En la fe católica, una indulgencia plenaria es uno de los regalos más hermosos de la misericordia de Dios.
A través de ella, la Iglesia te concede la remisión total de las penas temporales causadas por los pecados ya perdonados en confesión.
Es decir, si has confesado tus pecados y cumples las condiciones necesarias, la indulgencia plenaria borra toda consecuencia espiritual pendiente, acercándote más al amor perfecto de Dios.
La diferencia entre culpa y pena
Para entender la indulgencia plenaria, es importante recordar que el sacramento de la confesión perdona la culpa del pecado, pero pueden quedar penas temporales: heridas espirituales que necesitan purificación.
Las indulgencias son un acto de reparación y gracia, donde Dios, a través de la Iglesia, limpia por completo esas huellas del pecado, preparándote para la vida eterna.
Tipos de indulgencias: plenarias y parciales
Existen dos tipos de indulgencias:
- Indulgencia plenaria: remite toda la pena temporal.
- Indulgencia parcial: remite una parte de esa pena.
Ambas son expresiones del amor de Dios y pueden aplicarse por ti mismo o por las almas del purgatorio, lo cual hace de este acto una obra de caridad inmensa.
Cómo obtener una indulgencia plenaria paso a paso
La Iglesia enseña que para obtener una indulgencia plenaria se deben cumplir cinco condiciones fundamentales, unidas a un corazón sincero y arrepentido:
Confesarte sacramentalmente.
Puedes hacerlo unos días antes o después del acto indulgenciado.
Recibir la Sagrada Comunión.
Participar en la Eucaristía con fe y pureza de corazón.
Rezar por las intenciones del Papa.
Un Padre Nuestro y un Ave María bastan, pero puedes añadir tus propias oraciones.
Desapegarte completamente del pecado.
Incluso del pecado venial. Esta disposición interior es clave.
Realizar la obra indulgenciada.
Puede ser rezar el Rosario en familia o en comunidad, visitar el Santísimo, hacer adoración eucarística, leer la Biblia durante al menos 30 minutos o participar en una bendición papal, entre otras.
Un don que puedes ofrecer por amor
Una indulgencia plenaria puede aplicarse a ti o a un alma del purgatorio, pero no a otra persona viva.
Ofrecerla por los difuntos es un acto de amor inmenso, pues les ayuda a alcanzar el descanso eterno en la presencia de Dios.
Cada vez que buscas una indulgencia, estás abriendo tu corazón al amor misericordioso del Señor, viviendo la fe de forma activa y consciente.
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